jueves, 26 de julio de 2012

el parche antes de la herida








¿cómo nosotros por medio de las palabras podemos quitarle extensión y asimismo otorgar distancia y fidelidad a una experiencia? ¿ cómo es ese órgano que nos hace pensar en tantas dimensiones? mis escritos son desde esta realidad. mis poemas están al borde de la desmesura. una pregunta tras la otra haciendo una llamada al lenguaje. a la dicotomía del lenguaje: allá y acá. la desmesura de lo invisible.





Natalia Rojas

martes, 3 de julio de 2012

de "ahíto"

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acá el espejo tan basto de sí, que no se sabe, existe en la perforación de los ayes que se crían en vocal diluida. hecho huesecillo de madre, piel de la palabra que brinca rabiosamente en un crisol de madera y que no brinca y tiene paz, como lo blanco como lo igual como algo que acaba de salir del silencio

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motor inmóvil acostándose en el siglo, en el epígrafe de la sonrisa triste que hay en la ventana de una despedida, figura de todo el vacío que hay en lo reunido, que se va a la lluvia de la lengua y se va a la lengua de la sed y se viene a la pupila que crece tras las puertas de esta noche quejumbrosa. tú, caldo de mi voz, del phatos sembrado en su olor; llanto de carne en medio de un diálogo humano con lo de un túnel, vamos que te sueño baldío en las misturas de vida, vamos cementerio verás de esta voz -que jura verte haciéndote en una melodía-, mediana como este hombre que te ve corriendo allí mismo donde respira y suicida un niño: vocal abierta de saliva fértil

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ciego de algo quizá por distraerte, quizá por llegar al vidrio quebrado que protege mi hogar, lo opaco que tiene sonreír. avieso y desconsolado. te veo chiquito en los columpios del habla. te has callado, mutismo infantil de negras rodillas, bájate te digo, bájate, hay días en que los árboles te empujan, hacen creerte que su savia es tristeza, bájate te digo pequeño ahínco dolorido, bájate que me subo a conocer la altura, yo allí ahíta y montesa, allende al dolorido silencio: he dejado de nombrarte

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e descubro tan apacible que te temo. iré con lágrima y boca abierta saltando por las cimas. asaltado por la bruma haré que me escuches: eres nombre, eres tierra, yo lo soy y tú te desdices. iré, juro que te iré, no cogeré las fieras ni temeré a las flores, sé que veremos juntos lo mismo: la noche que te dio a luz y su propio vacío

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mi lengua de tierra, sombra afluente de aquel nogal que alcanza mirando a Dios y le dice a.
desde aquí todos se están tragando un sollozo. una letra del sonido. acá arde la invención en lo callado, todo es infancia, balbuceo, roedor trizado como ventana. sé que yo soy hija hecha de lluvia, sé que el poema es la historia de los precipicios, de lo que es sin padre, de lo que se incendia con la voz, pero mi lengua, pero mi turgencia, como boca de noche, por qué desflora la letra cuando deambula, qué pasa en el error


Natalia Rojas


de "coreografía de una vigilia"


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está ardiendo el tiempo en los ojos de quien espera. se anegan los caminos con la coreografía de la retirada y la luz se hace silencio, quedándose dos veces en el oído del eco. así es como se calcina la velocidad del recuerdo que no llega. solo esto nos pasa, solo esto
 
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ya logrando ver el retorno de cada cosa a su lugar me marcho por esa misma quietud melódicamente. no van mostrándose cuando se marchan, mas dejan lo que creen llevarse. la noche es de día mientras afuera se convencen los párpados que duermen. en esta noche la palabra fugaz mostraría el rostro de lo perdido. existe una violencia que se seca intacta, es una nueva forma de zarpar de los objetos

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en la orquesta del vacío solo una nota se toca. con respeto y sin fin se ahuyentan las riberas de lo oscuro apenas quedando el gesto del recuerdo -un poema fue el autor que puso a andar los ríos.- que nadie se burle de esta madera callada: espejo del viento que no tiene viento solo la traducción del oxígeno cansado ya de imitar la tormenta cuando lo expiro -afuera, hermosamente, alguien quiere entrar-

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en cada vértice, una fotografía: símbolo del estancamiento, del rechazo a ese otro que no participa dentro del cuadro. en cada vértice, una pelusa, una concha deshabitada; en cada vértice, el hollín de algún recuerdo -lo siento, no puedo quitarle el silencio a este oficio-

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la lengua no fue la palabra que quedó atorada entre la puerta y la calle. la lengua nunca ha sido lo que he querido decir. quiero hablar del perro que se escucha su andar presto, de los precipicios y sus jardines, de los desolladeros que se queman con la inocencia. la lengua se hizo desierto cuando entró a la mía, vértigo cuando me escucha descifrándola 


Natalia Rojas







por la tarde dije tu sigilo frenando la luz
la única manifiesta en este arraigo

las cosas están desapareciendo

y hay un grito que aúlla desde el fuego
es la oquedad

hoy pude decir tu sigilo
que es el soplo

la calle vacía
tu nombre

que es mi voz arrancada por el tiempo
que es ese aullido que quema mi figura en la distancia

hoy conocí tu sigilo en el obstáculo
en la imaginación de mi boca ausente
en la mordedura que van dejando
todas las cosas al marcharse

esas que se van con la luz inadvertida
con la luz más oscura



Natalia Rojas

viernes, 29 de junio de 2012

Herrumbre






no es que mi casa sea de hierro
no es que el hierro aparente no entrar en mi casa
no es eso, es solo que hoy me lamo las heridas
y la lengua me queda fija a los barrotes

hecho que me precisa a mirar cómo el silencio
instruye a las puertas, a los pocos muebles
a quedar dos, tres, cuatro veces en silencio

en este adentro descansan los motivos de mi mudez
el recuerdo del impacto cuando abrí esa figura

esa patencia de lo abandonado por el sonido

acá se expande el origen y el despojo de un cuerpo inmóvil
asido al laberinto que huye de sí mismo



Natalia Rojas

Julio




que me lleven los pasos del niño que corre afuera
que me lleve en su boca azul de niño de invierno

no, no te asustes
asústate si ladro
pues solo sé habitar la aspereza del tiempo

déjame ir corriendo sujeta a tu sombra
quizás te corrija los cordones

solo déjame ir contigo hasta la casa de vuelta
déjame recordar esos árboles altos
que quebraban el vuelo del zorzal  

déjeme ver de nuevo cómo una niña mira debajo de una piedra





Natalia Rojas

Yo me he construido sobre una columna ausente.
¿Qué habría dicho el Cristo si hubiese estado hecho de este modo?
Henri Michaux


yo he sido columna ausente
el grito prensado del silencio
que se ataja de una ventana
para caerse
para alimentarse
para herirme en la pregunta

¿qué habría hecho Cristo
con todo este correr de vidrios?

con el alimento que ayuna mi boca

con el constructo vacío y uniforme
que baila poblando toda esta casa

qué diría Cristo si yo no fuera ella


señores, qué habría hecho yo
si todo lo que he escrito fuera verdad
y no ausencia  





Natalia Rojas